Era ella la primera en saber que
había sido lo correcto, y sin embargo algo en su interior le impedía estar
tranquila, sentía una angustia que invadía su mente y corazón. Los recuerdos y
la nostalgia invadían su mente… no había noche que no sonaba con todos los
momentos que pasaron juntos ese frío invierno en donde tuvieron su primer
oportunidad de mirarse directamente a los ojos, hablar por horas sobre lo que
los hacía UNO, más allá de las similitudes externas y sonreír al Destino tardío
porque ellos estaban juntos, así era, y si ellos lo deseaban el futuro que les
esperaba era simplemente el todo que superaría cada uno de sus sueños. Cuando
despertaba sabía que en sus presentes días ahí estaría dándole su apoyo, su
amor aunque todo fuese un imposible, aunque estuviera prohibido, pero al final
¿quién se los prohibía? Ellos tenían caminos diferentes, pero hacían lo posible
para estar juntos. Después de todo, eso es lo que se hace por amor ¿no? Alguno
de los dos tenía que renunciar a su vida presente y no era ella la que dudaba
en cambiar el rumbo de su vida. Estaba en juego su independencia, sus sueños e
incluso la paz de su corazón. A veces el destino juega malas pasadas y reúne a
las personas en momentos distintos. Tal vez ese era su destino, tal vez no,
pero estaba dispuesta a arriesgarse, de repente una duda salto en medio de la
alegría que la embargaba, se preguntaba si él sentía lo mismo y estaría
dispuesto al igual que ella a seguir adelante con todo, aun cuando eso
representaba luchar contra sus propios miedos. Quizás el deber hacia los demás
era más importante que el deber hacia uno mismo, puesto que de ellos dependía
que el mundo fuese un lugar maravilloso. Probablemente la mejor solución sería
estar lejos el uno del otro, pero era tanta su conexión mística que parecía
ilógica esa decisión, así que el renunciar a todo y cada quien seguir su camino
con destinos separados, sacrificar su amor para que el de los demás prospere,
pero al darse cuenta de lo que esto significaba para ellos deciden morir, morir
juntos escapar de este mundo y poder reencontrarse en el más allá, un lugar
donde nuevamente sus almas se reúnan y puedan estar felices, sin
preocupaciones, donde sólo su amor sea lo importante.
¿Valía la pena morir? Cuando ambos
amaban la vida, y lo único que buscaban era el tiempo adecuado para
compartirlo, ella era la que leía más allá de las emociones, él veía un tiempo
adelante, sin duda son dos de las cualidades que combinadas podrían acabar con
ese dilema de una manera que no fuese tan drástica, era cosa de juntarlas de
algún modo y romper paradigmas… Sabían que el tiempo se venía encima para tomar
esa decisión, las preguntas eran ¿qué hacer? Y ¿cómo hacerlo? Entonces él la
llamo y le propuso que se vieran ahora que estaba por viajar al D.F., ella
acepto y, al encontrarse parecía que el tiempo se detuvo y el abrazo que los
unió era eterno. Sus miradas se perdieron una en la otra y su respiración
parecía una sola. Los corazones palpitaban a tal velocidad y con tal fuerza que
parecía que abandonarían sus cuerpos. Sus labios estaban a punto de encontrarse
cuando a lo lejos escucharon un llamado era él,
el hombre con quien unió su vida ante Dios, a quien debía serle fiel,
pero no pudo simplemente… Simplemente algo no encajaba. Tal vez era la
perfección del momento. Tal vez era ella, tal vez era él, o tal vez sus miedos,
sus juicios; sus expectativas o sus proyecciones.
Él decidió. Y decidió por no escuchar
su mente. El instante con ella trascendió
y transgredió de tal manera que le pidió que se fuera con él, tal vez
sería difícil al principio porque no sabrían a dónde va todo, y sin embargo no
era sencillo hacerlo todo a un lado, pero cómo podrían atreverse a no vivir la
aventura de su vida, a no reconocer la mutua complicidad que compartían, a no aceptar que durante todo
este tiempo de sus vidas sólo estuvieron esperando a que un momento tan mágico
como este sucediera, quizá el no atreverse sería perderlo todo y ambos sabían
que eso era injusto y más para el corazón, entonces se tomaron la mano y
partieron juntos. Inmersos en una infinidad
de emociones y sentimientos encontrados, pero felices de haberse
reencontrado y poder verse en los ojos del otro.
Era como vivir una eterna fantasía
sin rumbo, sentían la fuerza necesaria para luchar contra la corriente para
entregarse por completo al amor, hasta que supieran ir construyendo nuevas
historias juntos, haciendo de su vivencia una realidad compartida con cada persona que los
conociera, era increíble saber que todo había por fin verdaderamente comenzado,
sabían que era posible un millón de
sueños, proyectos y esperanzas, aunque con su temor constante de no olvidar jamás
el inmenso amor que los hizo unirse y vivirlo día a día, teniendo cada uno pasiones
diferentes en la Vida, compartiéndolas, madurando sus expectativas hacia lo que
cada uno debía trabajar por si mismo. Ambos creían que podrían contra todos y
contra todo nada ni nadie podría separarlos, lo que él no sabía es que ella
desde hace unos meses había empezado a presentar síntomas de Alzheimer, leves
en ese momento, pero preocupantes a la vez que parecían imperceptibles. Parecía
como si fragmentos de su vida fueran arrebatados y ella no supiera siquiera que
hubiesen sucedido.
El pensaba que podrían ser simples descuidos u
olvidos sin importancia. Sin embargo, no los tomaron en cuenta y decidieron
partir juntos a aquella tierra distante que les prometía un nuevo camino el
cual pudiesen compartirse mutuamente y compartir su potencial hacia el mundo. No
obstante ahí seguía el momento que los olvidos se volvieron más constantes, él decidió
llevarla con el médico que insistió realizarán diversos estudios, él preocupado
y confundido no podía creer que esto fuese real, no después de tanta felicidad,
pero con resultados en mano el médico los miro y dijo ya no se podía hacer nada
poco a poco sus recuerdos iban a desaparecer, él estaba aterrado tan sólo de
pensar que ella inconscientemente lo iba a olvidar, que su amor quedaría fuera
de su mente.
Entonces el decidió esperar un
milagro, y creía con firmeza que era sólo una prueba más del amor mutuo,
pasaron por muchos tratamientos y después de dos años ambos habían
experimentado muchas verdades que la enfermedad les había puesto en evidencia,
su amor había madurado con cada día y, para él significo siempre conocer de
nuevo a la misma mujer como si fuera el primer día, ser el hombre de su vida y
ella con el tiempo al encontrarlo a su lado cada mañana, no pudo evitar
permanecer enamorada de ese extraño visitante en cada rincón de su casa. FIN.
JAMISTAS POR PRIMERA O SEGUNDA VEZ, EN ORDEN DE
PARTICIPACIÓN GRACIAS A: KARLA LÓPEZ, ÁNGELES AVILAR, YAZMÍN ABREGOS, HÉCTOR
ARCHUNDIA, BRENDA SUÁREZ, ANA MAYA, BERNARDO MAYA CHÁVEZ, ALEJANDRA CARDENAS,
MIRIAM ANTONIO, TANIA JANETT GÓMEZ, DIANA AZENETH BECERRIL, CECY ARANDA Y
ESPERANZA POPPYSMIC.